|
Dibujo hecho por: @XimeCS3 |
Max nació un 10 de Abril de
año desconocido en un poblado de México, siendo hijo de una mujer originaria
del país y un hombre extranjero que residía igualmente en aquel país desde hace
tiempo.
Su infancia fue la de cualquier
otro niño, siendo feliz, curioso e ignorante a su futuro, soñando la mayor
parte del tiempo. A pesar que no era intencional, Max resaltaba mucho entre los
demás niños, ya que poseía la peculiar característica de tener ojos con un
color carmesí intenso muy brillante. El solamente decía tenerlos igual que su
padre, enorgulleciéndose al decir que de grande sería igual que él.
No fue hasta la corta edad de
7 años que, después de que saliera a un viaje de negocios, el padre de Max
falleciera de un paro cardíaco. Esto marco profundamente al joven Max, que aun
a pesar del dolor de perder a su padre y el constante bullying que sufría al
volverse retraído y llorar con facilidad, fue forjando su carácter. El apoyo de
su viuda madre solo lo hizo pensar y madurar rápidamente, con el fin de
ayudarla a ella también.
A la edad de 12 años, y aun
víctima de acoso escolar, Max encontró a fortaleza que necesitaba para afrontar
sus propios problemas. Al notar que sus acosadores molestaban a otros niños con
mucha más crueldad, decidió confrontarlos, a pesar de siempre perder las
peleas, nunca se dejó intimidar otra vez. Nació en él un sentimiento de
justicia y necesidad de proteger a los demás, pero a la par brotó una fuerte e
irracional ira que explotaba cada vez que el o alguien a su alrededor fuera
violentado. Esta ira solo fue en aumento al tener amigas que le confesaban ser
agredidas de maneras mucho más graves que física y psicológicamente:
sexualmente.
Algo inimaginable se iba
incubando dentro de Max con estas vivencias.
Un par de años más tarde, al
entrar al bachillerato, Max descubrió su pasión hacia el deporte, en específico
a una rama de este: el arte marcial. Max se había enamorado de los deportes de
combate y defensa personal, su filosofía y la gran paz que le traía
entrenarlos. Se había entregado por completo a las artes marciales, entrenando
para mejorar sus técnicas y volverse más diestro, empezando con el Taekwondo,
pasando a Karate, Ninjutsu, Kendo, Box, etc. Su personalidad había dado un giro
drástico, pasando de ser retraído, violento e impulsivo a ser calmado,
extrovertido, optimista y sobre todo alegre, su alma gozaba de una gran paz y
su mente volvía a ser igual de soñadora que la de un niño.
El ingreso a la universidad
que deseaba solo lo hizo volverse aún más orgulloso y seguro de sí mismo,
anhelando ser un maestro que hiciera la diferencia en su país y que mejorara
cada aspecto de este. Estaba convencido de lograrlo y se empeñaba en cumplir
sus anhelos.
Sin embargo, nuevamente la
rueda del destino giraba alrededor de Max.
En su último año en la
universidad, Max fue enviado a un internado para sus prácticas profesionales.
Max estaba encantado con su trabajo, sus vivencias personales, sus
conocimientos y su talento innato como maestro lo habían vuelto el mejor
docente de su generación y el favorito de sus alumnos.
Una de sus alumnas en
específico se acercaba mucho a Max para pedirle asesoramiento, no de la
materia, más bien lo buscaba por el cariño que sentía hacia él.
Max procuraba ser prudente,
sabía que no podía relacionarse de ningún modo con los alumnos, ya que iba en
contra de la ética profesional de un maestro. Sin embargo comenzó a tener
cierto aprecio por la niña, sobre todo después de una charla que tuvo sobre ella
con el profesor a cargo. La niña era huérfana, sus padres habían muerto cuando
ella era una bebe y paso toda su vida en un orfanato, sin embargo ella lucho
contra todo pronóstico para estudiar y recibir una beca en aquel internado.
Ella aspiraba a hacer grandes cosas, así como Max. Él se sintió reflejado en
ella, quizá no paso por las mismas dificultades puesto que siempre contó con el
apoyo de su madre, pero en ella veía el mismo potencial que veía en sí mismo.
A pesar de que iba contra las
normas, Max hablaba muy seguido con la pequeña niña a la cual veía como una
hija, ella compartía el mismo sentimiento viéndolo como una figura paterna.
Ambos se llevaban muy bien, hasta un fatídico día en que una llamada lo
despertó en medio de la noche, y lo hizo tirar el teléfono para correr fuera de
su casa.
Era el hospital, habían
encontrado a la niña inconsciente en un callejón fuera del internado, con
marcas en todo su cuerpo, heridas profundas de cuchillo e indicios de haber
sido violada reiteradas veces.
Cuando los doctores informaron
a Max sobre el acontecimiento, ya que era al único relacionado a la chica que
lograron contactar, él no pudo evitar llevarse la mano a la boca para ahogar un
leve gemido de dolor, a la par que se sentaba en una de las sillas del pasillo
a sollozar en silencio. Un terrible dolor aquejaba su corazón, sentía
impotencia y culpa por no haberla podido proteger. Algo más podía sentir en él,
algo que hace tiempo que no tenía.
Las lágrimas en el suelo se
mezclaron con gotas de sangre provenientes de la mano de Max, se había mordido
con tanta fuerza que incluso estuvo a punto de arrancarse un trozo de carne.
Fue auxiliado para curar su herida y cubrirla con vendajes. Max se quedó en el
hospital, intentando tranquilizarse, fue sacado del hospital en silencio puesto
que no podía ver a la niña debido a su delicado estado. De camino a casa Max
reflexionaba sobre aquel sentimiento que emanaba con mayor intensidad. Más que
un sentimiento, era como una presencia, algo innombrable e inexplicable, lo
único claro era que “eso” lo llenaba de dos pensamientos: Ira y venganza.
Aunque lograba disimular esos
sentimientos, lo peor apenas empezaba. Resulta que el principal sospechoso era
el, ya que se sabía que era el más cercano a la víctima. Este hecho no solo era
denigrante para su reputación, en la mente de Max le parecía repulsivo pensar
que él había cometido una barbarie así, y aun sabiendo que era inocente, sentía
un pesar que su corazón no podía soportar.
Los ánimos de Max decayeron,
el único que lograba consolar un poco sus penas era el maestro encargado, quien
le invito a tomar algo y charlar en su casa. Max acepto esperando relajarse y
descansar un poco de sus penas, pero lo que le esperaba era algo totalmente
diferente.
El profesor le recibió en casa
con gran regocijo, alabando la fuerza mental de Max para soportar toda la
presión que debía tener por las sospechas. Ignoraba que Max solamente hacia lo
de siempre, reprimir sus emociones fuertes. La mano del profesor se posó sobre
el hombro de Max, viéndolo de forma extraña, como si hubiera algo que los
relacionara a ambos.
— Sabes
Max, tus razones para empeñarte en un trabajo tan ingrato como el de maestro me
parecen un misterio. Trabajas mucho, ganas poco, los niños son ruidosos, los
padres te odia, etc. Llevo trabajando mucho tiempo en esto y solo anhelo llegar
al día de mi jubilación.
Este comentario extraño a Max,
incluso le pareció muy egoísta de su parte. Fue la primera señal de alarma,
pero Max la ignoró.
— Bueno,
cuando decidí estudiar para ser maestro tenía la fuerte convicción de que la
educación ayudaría a mejorar el país, aun la tengo.
— Muchacho,
lamento decírtelo, pero algo así es muy difícil. Nuestro país vive en la
corrupción constante. Alguna vez yo también pensé como tú, pero me di cuenta de
que para un solo hombre es imposible llegar a algo así, a no ser que seas un
prodigio. Y por lo que tengo entendido, no eres un estudiante muy bueno que
digamos.
— Bueno,
yo… — Max ponía en dudas las palabras de su profesor. Sabía que no era el mejor
de su clase ni de la escuela, pero estaba cien por ciento seguro de sus
convicciones.
— Creo
que puedo ser un buen maestro, me gusta lo que hago y disfruto de trabajar con
niños.
— Ya
veo muchacho. — Dijo el maestro tomando un cigarro para comenzar a fumar. — Los
niños serán ruidosos, pero no dejan de ser niños: pequeños, lindos e ingenuos.
Son de gran ayuda para el estrés del trabajo. Si sabes a lo que me refiero.
Max se sentía sumamente
incomodo, algo no iba bien y podía sentirlo. La segunda alarma sonó.
—
¿No te parecen lindas las alumnas de nuestra escuela? ¿Con sus uniformes
impecables y esas faldas?
Max solo permanecía en
silencio, su corazón se estaba acelerando y sus puños se cerraban lentamente.
—
Estoy en mis últimos años de servicio, y por ende he decidido disfrutarlos. Y
qué mejor que con la niña huérfana.
Max dio un leve sobresalto.
¿Acaso él?
—
¿Oh? ¿Sorprendido? — Comentó al notar el sobresalto de Max, continuando su charla
sin pudor alguno.
—
Recuerdo cuando lo hicimos por primera vez, se resistió pero logre convencerla.
Ya que no tenía padres con los cuales hablar resultaba sencillo poder hacerlo
con ella cada vez que se pudiera. ¿Sabes? Es muy buena con la boca, aunque al
principio….
—
Ella está aún sigue en el hospital. — Interrumpió Max con la mirada baja,
temblando levemente mientras sus puños se cerraban más y más, incluso el de su
mano vendada.
—
Si, es una lástima. Escuche que la transferirán al área de psiquiatría. Es
lamentable que esa vez se haya negado, lucho por querer escapar pero la amenace
con mi navaja de bolsillo diciéndole que la mataría si se atrevía a desafiarme.
Al final le tuve que hacer varios cortes para asustarla, pero no pudo resistir.
Al menos estoy seguro de que no dirá nada por miedo, siempre la tuve bajo
control.
Las palabras del profesor le
habían hecho comprender todo. Ella, todos los días y por mucho tiempo era
abusada por aquel maestro. Ni siquiera era capaz de comprender el dolor que
ella debía sentir, y eso porque Max estaba sintiendo su propio dolor, al grado
de comenzar a llorar.
—
¿La niña te preocupaba de verdad? Max, si hubieras hecho caso no te habrías
encariñado de ella. Pero a la vez te agradezco que desviaras las sospechas de
mí. Ahora, de seguro te preguntas por qué te estoy contando todo esto. Bueno,
porque como las sospechas están sobre ti puedes entender como es el verdadero
mundo de los profesores, siempre en la mira de las acusaciones. Pero puedo
ayudarte a salir de esta limpio siempre y cuando guardes mi secreto, incluso
podría enseñarte algunos consejos para lograr que tus alumnas….
No había logrado completar la
frase debido a que el duro puño de Max había impactado en su rostro,
empujándolo hacia atrás con violencia al grado de romper sus dientes. El
profesor cayó al suelo y retrocedió impactado ante la agresión del chico.
—
¿¡Pero cómo te atreves!? ¿Es que acaso quieres que le diga a todo mundo que tú
fuiste quien violó a la huérfana esa? ¡Contrólate y no me hagas enojar!
—
Miserable. Por tu culpa… ¡Por tu culpa ella está así! — Gritó con rabia y el
rostro desencajado. Se abalanzó contra el profesor para golpearlo en el suelo
sin piedad. Lágrimas y sangre volaban por el aire en cada golpe mientras Max
repetía sin cesar que era un miserable.
La tempestad de golpes se
detuvo repentinamente, Max quedo paralizado por un dolor punzo cortante en su
vientre. El profesor lo había apuñalado con su navaja. Max retrocedió
retorciéndose y gritando de dolor mientras brotaba la sangre se su estómago.
—
Eres muy estúpido Max. Me has hecho mucho daño, pero el que morirá aquí serás
tú. Cuando la policía llegue les diré que descubrí que fuiste tú quien abuso de
ella, que intentaste matarme por eso y que tuve que matarte en defensa propia.
Después de todo, vivimos en un país corrupto, ¿lo recuerdas?
Max desde el suelo le veía
levantarse y acomodarse la ropa. Sacó su celular para mostrarle de su galería
de fotos algunas imágenes que había tomado de la violación a la huérfana.
—
Antes de que te vayas al infierno Max, ¿quieres ver su cara mientras penetraba
en ella una y otra vez? Creo que hasta grabé un vídeo. Dime, ¿antes de morir
quieres escuchar sus gemidos?
Los ojos rubí de Max se
encontraban inyectados en sangre, mirándole con una furia infinita mientras
pasaba las fotos de las galerías. Lentamente se fue levantando del suelo
ensangrentado, se ponía de pie con dificultad. El profesor solo alzó la navaja
por encima de su cabeza.
—
¡Idiota! Ni siquiera tienes fuerzas para levantarte, ¡acabare con esto de una
vez!
La daga se precipitó hacia
Max, pero con la rapidez de un rayo y la fuerza de un animal detuvo la mano
homicida, a la par que tomaba la mano con el celular del profesor. Max ignoraba
la sangre que brotaba de su vientre, ignoraba la herida en su mano, para el ya
no había más dolor. Su cuerpo brillaba en un aura rojiza intensa, como si
estuviera cubierto completamente en llamas. Para sorpresa y horror del profesor
efectivamente estaba envuelto en fuego, y eso solo era el comienzo. Un intenso
calor cubrió la casa, haciendo que todo en su interior alcanzara una
temperatura sobrenatural. Los objetos alrededor estallaban en llamas o se
derretían y evaporaban en un santiamén. Pero la cereza sobre el pastel era el
cómo las venas en los brazos y cara de Max se hinchaban hasta parecer gruesas
raíces de un roble, dotándose también de una fuerza inhumana que hacia crujir
los huesos del condenado hombre.
—
¿Dices que iré al infierno? Oh no. — Exhaló de su boca como una bocanada de
humo. — El que se va a pudrir en el infierno ¡VAS A SER TÚ!
Con este último bramido
acompañado de un fogonazo de luz, la casa junto a quienes estaban adentro
estalló en llamas, creando un estruendo que se escuchó en toda la ciudad, como
la erupción de un volcán milenario.
Las patrullas y los bomberos
se presentaron en el lugar para apaciguar las llamas, la casa había quedado
completamente destruida con todos sus objetos hechos cenizas. Lo único que se
pudo recuperar de su interior fue parte del esqueleto carbonizado del profesor…
y su celular. Ningún otro cuerpo fue hallado en la escena.
A la distancia, encima de los
montes que rodeaban la ciudad, Max observaba conmocionado lo sucedido. Se
encontraba más tranquilo, con la respiración levemente agitada y la mirada
impactada. Su cabeza no lograba procesar lo que había ocurrido, no sabía que ni
como había pasado, pero estaba seguro de que fue por influencia de él.
Salió de su trance al recordar
la herida de su estómago en un sobresalto, pero su sorpresa fue mayúscula al
observar que no había ninguna marca en su vientre, la herida había
desaparecido. Su mirada se dirigió hacia su mano herida por la mordida, la
venda se había quemado por completo, dejando expuesto un evento asombroso: la
marca de la mordida se iba cerrando, moldeándose y regenerándose hasta dejar la
mano como nueva.
El desconcierto de Max ante
tal evento era razonable, puesto que nunca pensó tener tales habilidades. Le
parecía sumamente extraño, pero interesante.
Al día siguiente en el
internado se dio la noticia: Se descubrió que el celular del profesor contenía
múltiples fotos donde se revelaba que él era el culpable del abuso de la
huérfana, por lo que las dudas se disiparon y el nombre de Max fue limpiado, el
incidente del fuego se consideró un intento de suicidio por parte del profesor
con el fin de evitar ser apresado. Aunque lo único que la gente se preguntaba
era el por qué decidió hacerlo de una manera tan drástica.
Max se encontraba más
relajado, nadie volvió a hablar del tema con él y la chica progresaba en su
recuperación, al parecer le darían de alta en dos semanas. Sin embargo Max
debía de retirarse, sus prácticas habían terminado y debía empezar a estudiar
para su examen de oposición.
El día había llegado, Max
había terminado y entregado su tesis, aplico su examen final y se graduó
exitosamente. La ceremonia de graduación terminó y todos fueron a celebrar,
menos Max.
Al día siguiente la noticia de
parte de su madre se había corrido entre sus compañeros y conocidos: Max opto
por salir de viaje en busca de oportunidades y aventura, prometiendo que algún
día volvería a cumplir su sueño de mejorar la educación de su país. Max partió
sin decir cuando ni a donde iría.
Esa misma mañana, en la
estación de policía se hallaron con que el celular del profesor con las fotos
que servían de prueba estaba completamente destruido, como si hubiese
explotado, por lo que la información dentro de él se había perdido para
siempre.
La chica huérfana también
había despertado con una sorpresa en su habitación dentro del hospital, una
carta de Max antes de partir.
“Querida /////////”
“Tengo que irme por un tiempo, lamento no haber podido
despedirme de ti apropiadamente, pero tengo que resolver unos cuantos asuntos
personales, además de que quiero viajar por el mundo para apoyar a quienes lo
necesitan y dejar mi huella en el camino. No te preocupes, te prometo que
volveré y vendré a visitarte. Por mientras dedícate a tus estudios y demuestra
que puedes lograr todas tus metas. ¿Qué cómo lo sé? Porque soy tu maestro, y
conozco bien la fuerza de voluntad que tienes.”
“Cuídate mucho. Recuerda que a pesar de la distancia, yo
siempre estaré ahí para protegerte.”
“Con cariño, tu maestro, amigo y padre.”
“Maxwell Black”
Actualmente, el paradero de
Max es desconocido.